Los 7 Desafíos Que Afectan a la Iglesia y Cómo Enfrentarlos
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La Iglesia como Puede ser Afectada. |
Introducción:
La Iglesia, la "asamblea" de los creyentes, es el cuerpo de Cristo en la tierra. Sin embargo, como institución divina pero compuesta por humanos, enfrenta constantes desafíos que buscan debilitar su misión espiritual. En un mundo en rápida evolución, identificar estas amenazas es el primer paso para fortalecernos y mantener nuestra fe inquebrantable. Este artículo explora las principales fuerzas que afectan a la iglesia contemporánea y ofrece una guía bíblica para contrarrestarlas.1. La Seducción del Mundo: Materialismo y Prioridades Desviadas
2. La Comercialización del Evangelio: Cuando la Fe se Vende
3. El Peligro de la Crítica Estéril y el Juicio
4. La Plaga del Chisme: El Virus que Corroe la Comunidad
5. El Fantasma de la División: Grupos Sanos vs. "Grupitos" Dañinos
6. La Evasión de la Confrontación Bíblica
7. El Abandono de la Oración: La Desconexión del Poder Divino
8. Conclusión: El Llamado a la Vigilancia Pastoral y la Unidad
1. La Seducción del Mundo: Materialismo y Prioridades Desviadas
El avance tecnológico, el progreso profesional y la
búsqueda de bienes materiales crecen de forma vertiginosa en la mente de las
personas. Este afán por superarse, aunque legítimo, no es ajeno a los miembros
de nuestras congregaciones y, con frecuencia, termina por alejarlos de su
primera vocación.
El precio de esta "superación" suele ser
gradual: primero se pierde el deseo de orar, luego se deja de asistir al
templo, la predicación se apaga y la evangelización se pospone indefinidamente.
Las ocupaciones mundanas nos envuelven de tal manera que ni siquiera nos
percatamos de cómo vamos dejando atrás nuestra vida espiritual. La iglesia,
ante estos embates, puede dar la impresión de estar quedándose obsoleta o, peor
aún, de estar desapareciendo, suplantada por los afanes de este mundo.
2. La Comercialización del Evangelio: Cuando la Fe se Vende
Lamentablemente, muchas congregaciones han adoptado
un rol más comercial que de desarrollo y crecimiento espiritual genuino. Es
común ver a individuos dentro de las iglesias —a quienes difícilmente se les
podría llamar cristianos— promocionando anuncios, préstamos y otros negocios
con fines lucrativos, llegando incluso a monetizar el evangelio sin escrúpulos
a través de redes sociales y medios diversos.
Algunos toman versículos como Lucas 19:13
("Negociad con esto hasta que yo regrese") para justificar sus
prácticas. Sin embargo, es crucial entender: el evangelio no se vende y la
Palabra no se negocia. La salvación es un regalo de gracia, pagado con la
sangre de Cristo en la cruz del Calvario, no una transacción comercial. Nadie
tiene suficiente dinero para comprar la salvación de su alma.
Cuando la iglesia se sumerge en lo terrenal y negocia
la palabra, el enemigo se regocija. Cambiamos el evangelio precioso de vida por
cosas materiales que, al final de nuestra vida, dejaremos atrás. Lo único que
llevaremos será la salvación que preservamos o la perdición que elegimos.
3. El Peligro de la Crítica Estéril y el Juicio
Algunos se autodenominan "críticos" o
"evaluadores" dentro de la iglesia, pero con frecuencia esta postura
solo genera más juicio y menos acción constructiva. Si bien la corrección
fraterna es bíblica, la mayoría de las críticas solo sirven para señalar lo que
está mal desde una posición de superioridad.
Dios es el dueño de la Iglesia, Santo y Perfecto,
por lo tanto, Él es el único que tiene la autoridad suprema para juzgarla. Las Escrituras son claras al respecto:
"No juzguen a otros, para que Dios no los
juzgue a ustedes... ¿Por qué te pones a mirar la astilla que tiene tu hermano
en el ojo, y no te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo?" (Mateo
7:1, 3).
Nuestra labor no es emitir sentencias, sino obedecer
sus mandamientos, hacer su voluntad y ayudar a quienes carecen de conocimiento,
siempre con humildad y amor.
4. La Plaga del Chisme: El Virus que Corroe la Comunidad
Uno de los cánceres más silenciosos y dañinos en una
congregación es el chisme, a menudo disfrazado de "petición de
oración". Frases como "Oren por el hermano tal, que está pasando por
esto o aquello, se lo está llevando el enemigo" pueden convertirse, en
realidad, en vehículos para propagar rumores y no para edificar.
"La gente chismosa revela los secretos; la
gente confiable es discreta" (Proverbios 11:13).
"Eviten toda conversación obscena. Por el
contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de
bendición para quienes escuchan" (Efesios 4:29).
El chisme causa prejuicios, propaga el odio, divide a
los cristianos e impide la verdadera comunión con Dios. Si sabes de un hermano
en problemas, ¨ora por él en privado primero¨. Presenta su necesidad al Señor
antes de convertirlo en el tema público de conversación.
5. El Fantasma de la División: Grupos Sanos vs. "Grupitos" Dañinos
Trabajar en grupos es bíblico y necesario para la
integración y la división de tareas en la iglesia (evangelizar, visitar
enfermos, limpieza, etc.). Mantener a los miembros ocupados en la obra del
Señor es crucial para un desarrollo espiritual saludable.
Sin embargo, el enemigo acecha para pervertir esto y
crear "grupitos": pequeños círculos de dos o más personas que se
reúnen sin oficio para perder el tiempo, crear comentarios malsanos, reírse de
los demás y chismear. Estos grupos, a menudo formados por hermanos mayores que
buscan sentirse importantes, pueden convertirse en cizaña que divide la
congregación.
"Les ruego, hermanos, que se cuiden de los
que causan divisiones y dificultades... Apártense de ellos" (Romanos
16:17).
La diferencia es clara: los grupos ¨edifican¨, los
"grupitos" destruyen. Los grupos integran, los
"grupitos" excluyen.
6. La Evasión de la Confrontación Bíblica
Por miedo al conflicto, muchos evitan la
confrontación necesaria y bíblica. Este temor permite que problemas pequeños se
conviertan en crisis mayores, creando molestias y situaciones incómodas que
manchan el testimonio de la iglesia.
La solución no es evitar el problema, sino abordarlo
con la dirección de Dios en oración. Escuchar con calma, buscar la verdad de
los hechos y buscar la reconciliación con un espíritu de mansedumbre es clave.
"Si tu hermano peca contra ti, ve y
repréndelo a solas" (Mateo 18:15).
La confrontación en el pueblo de Dios, cuando se hace
con amor y bajo los principios bíblicos, no divide; purifica y fortalece.
Debemos recordar que no estamos solos en la solución: Cristo es la
solución.
7. El Abandono de la Oración: La Desconexión del Poder Divino
La oración es el sistema respiratorio del creyente.
Si los miembros de una iglesia no le dan la importancia debida, de nada valdrán
sus grandes actividades o su hermosa infraestructura. Reemplazar la vida de
oración y la lectura de la Palabra por distracciones mundanas causará, a la
larga, un daño profundo a la iglesia.
"Estén siempre alegres, oren sin cesar,
den gracias a Dios en toda situación" (1 Tesalonicenses 5:16-18).
"Dedíquense a la oración: perseveren en
ella con agradecimiento" (Colosenses 4:2).
La mejor manera de tener una relación personal con
Dios es manteniendo una vida continua de oración, sostenida por la Palabra. Es
nuestra arma principal contra todos los desafíos anteriores.
Conclusión:
El Llamado a la Vigilancia Pastoral y la Unidad
La iglesia, liderada por sus pastores y directivas,
debe estar constantemente vigilante. El rol del pastor es fundamental: es el
encargado de cuidar el rebaño como lo haría Cristo, el Buen Pastor, quien deja
las noventa y nueve ovejas para ir tras la perdida (Lucas 15:4-6). La visita
pastoral, el discipulado cercano y la guía constante son antídotos contra la
desviación.
El llamado final es a la unidad y al amor fraternal,
que es el "vínculo perfecto" (Colosenses 3:14). Frente a la
globalización, las influencias multimedia, la falta de temor de Dios y el
egoísmo, nuestra respuesta debe ser una fe activa, una comunión genuina y una
dependencia total de la oración.
"Les suplico, hermanos, en el nombre de
nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y que no haya divisiones
entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo
propósito" (1 Corintios 1:10).
Mantengamos nuestra lámpara encendida con el aceite
del Espíritu Santo, caminando en sus pisadas, confiando en que Él ya ha vencido
al mundo.
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